Los espaguetis de Gonzalo by Viviana Rivero

Los espaguetis de Gonzalo by Viviana Rivero

autor:Viviana Rivero [Rivero, Viviana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2020-01-15T00:00:00+00:00


Mes de septiembre, tercer miércoles

Lucía terminó de ducharse en el baño de Gonzalo y buscó una toalla en el placar que había bajo el lavabo. Al no encontrar ninguna en el estante tomó con apuro lo único que había: una bata blanca. Se la puso.

Se hallaba agotada, a su intenso día laboral se le sumaba que habían comido los espaguetis amasados por Gonzalo y habían hecho el amor dos veces seguidas; con pasión, violencia y juegos como a ellos les gustaba, como cada miércoles después de los fideos. Gonzalo, viéndola cansada, la había invitado a quedarse a dormir y ella había aceptado. La verdad es que, aunque el trecho desde Caballito a Palermo no era tan largo, ella no tenía ganas de manejar hasta su casa.

Encerrada en el baño se lavó los dientes con el cepillo de Gonzalo; a él no le molestaría, ya se lo había ofrecido en otras oportunidades. Mirándose en el espejo pensó: “¡Qué loca es la vida!”. No hacía tanto que conocía a este hombre y ahora estaba a punto de quedarse a dormir con él. Era verdad que tenían suficiente confianza pero también que había algo extraño en la relación; ella, que había tenido otros noviazgos y parejas, se daba cuenta. Aunque la pasaban muy bien juntos, entre ellos no existía un gran enamoramiento. Lía, su amiga, había comentado: “Lu, hay algo raro ahí. Para mí que los fideos son el fetiche del profesor”.

Lucía no tenía todas las respuestas a lo que estaba viviendo con Gonzalo Petrini, pero estaba segura de que él gustaba de ella, al menos cuando comía los espaguetis, porque inmediatamente tras la comida entre ellos explotaba esa pasión que daba pie a los encuentros tremendos que habían tenido. Aunque cuanto más pensaba menos podía entender. La situación era demasiado rara.

Lucía terminó de lavarse los dientes y se desenredó el pelo con paciencia, no tenía apuro. De seguro Gonzalo, en el cuarto, dormitaba. Ella se hallaba frente al espejo cuando lo notó, la bata de toalla blanca tenía bordadas en azul las iniciales “M M”. Las miró fijamente, se acordaba de que había visto a Gonzalo con una igual pero con sus propias iniciales: G P. Es decir que en la casa había dos iguales pero con letras distintas. Pensó: “M M… ¿quién será? ¿A qué nombre corresponderá?”. Y así como si se tratara de un puzzle, en su cabeza se unieron las piezas armando el dibujo completo, porque los comentarios de Lía, las fotos que ella había visto de Gonzalo en la playa con ese hombre rubio y la extraña relación que ella y Gonzalo llevaban adelante, al fin, tomaron sentido. Se recogió el pelo todavía húmedo con un broche y salió del cuarto de baño. Afuera, tendido en la cama, tal como lo había imaginado, Gonzalo se hallaba dormitando. Se acostó a su lado.

—¿Al fin te quedás a dormir? —dijo Gonzalo entre sueños.

—Sí.

—Buenísimo.

—Gonzalo…

—¿Hum…? —respondió sin abrir los ojos.

—¿Cómo me dijiste que se llamaba ese amigo tuyo con el que fuiste a la playa el verano del año pasado?

Silencio.



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